viernes, 16 de marzo de 2012

La despedida de un gentil hombre. 



Somos 

Pasajeros del tiempo
vamos y venimos
en el eterno fluir del universo.
Somos aves de paso para nuestras familias y amigos.
Somos energía universal activada
en un infinitesimal fracción de tiempo
tiempo nuestro, tiempo compartido
tiempo para amar, para luchar, para vivir... para morir.
Somos uno y somos todos, vamos y volvemos,
somos viajeros eternos, en este viaje de ida y regreso
en silencio, tal cual llegamos, así nos vamos y así,
invariablemente, en otra piel… regresamos.
Antes, durante y después, somos totalidad
pero siempre uno a la vez
nunca todos al mismo tiempo.
Somos y seremos por siempre
nada más ni nada menos
que frágiles, eternos y luminosos
pasajeros del tiempo.





La última de sus historias



Con un sol radiante Valdivia, su familia y amigos despidieron este viernes al mediodía a "don Enrique", el periodista Enrique San Juan von Stillfried, fallecido a los 89 años de edad. Previo a su sepultación se ofició un responso en la capilla del Cementerio Alemán donde descansan sus restos.




Para su familia y amigos don Enrique fue, como lo dijera su hijo en la despedida, “periodista hasta la muerte”, un inquebrantable lector y un infatigable guerrero de los puzles. Ser periodista fue su sello, su afán y vocación irrenunciable. Para los que tuvimos el honor de conocerlo y ser sus amigos, don Enrique fue siempre todo un ejemplo de buena persona y de hombre de bien, culto, amable, gentil y caballero. Siempre con la amabilidad y el buen trato como estandarte, don Enrique estaba siempre presto para la charla amena o para compartir una buena historia, un cigarrillo o un momento de su tiempo. Casi invariablemente sus historias se relacionaban con su ciudad porque don Enrique fue, sin dudas y sin renuncias, un valdiviano de cepa y a carta cabal.

Todos tenemos grandes amores, a don Enrique le conocimos tres; su familia, su ciudad y su vocación de comunicar e informar. Hombre de profundas e irrenunciables convicciones, un ser eminentemente humanista y social que hizo de la palabra y de la noticia, hablada o escrita, su carta de presentación, su máxima referencia.  

Fue también un infatigable y amenísimo contador de historias, con ellas encantaba y agasajaba a quienes tuvieron el privilegio de escucharlas y escucharle. Este viernes su familia y amigos protagonizaron la última de las historias en las que estuvo presente; su propia despedida, su adiós que se dio en medio de un hermoso día, en medio… de un sol radiante.